
Los microplásticos invaden los corales protegidos de las Islas Columbretes
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Ni siquiera los ecosistemas mejor preservados del Mediterráneo escapan a la contaminación plástica. Así lo demuestra el primer estudio que evalúa el impacto de microplásticos y partículas de caucho en las poblaciones de Cladocora caespitosa, un coral endémico del Mare Nostrum en peligro de extinción, en la Reserva Marina de las Islas Columbretes, a 60 kilómetros de la costa de Castellón. Los resultados, publicados en Marine Pollution Bulletin, advierten de una acumulación alarmante de más de 6.000 partículas por kilo de sedimento dentro de las estructuras coralinas.
El trabajo ha sido liderado por el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) a través del Instituto de Acuicultura Torre de la Sal (IATS), junto a investigadores del Instituto de Geociencias de la Universidad de Kiel y del centro alemán Helmholtz-Zentrum Hereon.
Un coral convertido en trampa para la basura global
Las muestras recogidas por el equipo del IATS-CSIC se obtuvieron tanto en el interior de las colonias de coral como en zonas más alejadas del ecosistema. Tras su análisis en laboratorios especializados en Alemania, los investigadores encontraron microplásticos en todas las localizaciones, siendo las mayores concentraciones —hasta 6.345 partículas por kilo— las halladas dentro de los propios corales.
Este fenómeno responde al llamado “efecto trampa” de ciertas estructuras naturales, como los arrecifes de coral o las praderas de posidonia, que actúan como acumuladores de contaminantes arrastrados por las corrientes. La forma en C de la bahía de la Illa Grossa favorece también la retención de partículas.
“Es paradójico que estos niveles se den en zonas con un alto grado de protección”, lamenta Lars Reuning, del Instituto de Geociencias de la Universidad de Kiel.
Según el estudio, más del 80 % de las partículas detectadas son microplásticos, procedentes de la fragmentación de residuos flotantes en el mar, mientras que las partículas de microrubber (caucho) tienen origen terrestre, derivadas del desgaste de neumáticos y arrastradas al mar por los ríos. El 80 % del plástico marino proviene de fuentes terrestres.
Un coral amenazado por el cambio climático y los residuos
Las consecuencias para la salud del coral aún están por estudiarse en profundidad, pero se sabe que estas especies pueden incorporar contaminantes como cenizas de combustibles fósiles en sus esqueletos. Las concentraciones observadas en Columbretes —muy por encima del umbral de 540 partículas por kilo— podrían tener efectos adversos.
“Este es un claro ejemplo de que la basura llega a todas partes”, resume Diego Kersting, investigador del CSIC y responsable del trabajo en el IATS.
Su equipo utiliza este enclave como laboratorio natural para analizar el impacto del cambio climático y otras presiones globales sobre el Mediterráneo.
El coral Cladocora caespitosa, único en esta región capaz de formar arrecifes comparables a los tropicales, ya sufre estrés térmico por el calentamiento del mar, lo que reduce su crecimiento y puede provocar su muerte. La contaminación por microplásticos es una amenaza añadida para su supervivencia.
Frente a este panorama, los investigadores abogan por reducir el uso de plásticos de un solo uso, mejorar el tratamiento de aguas residuales y fomentar el reciclaje efectivo, medidas que deben implementarse con urgencia para evitar que incluso los santuarios marinos terminen convertidos en sumideros de residuos globales.