La necesidad de actuar y promover la cogobernanza para evitar una previsible crisis del agua

La pandemia de la COVID-19 ha demostrado la importancia de las alianzas internacionales para resolver los grandes problemas, entre ellos el agua
La necesidad de actuar y promover la cogobernanza para evitar una previsible crisis del agua
La necesidad de actuar y promover la cogobernanza para evitar una previsible crisis del agua
02-12-2020

Garantizar el acceso al agua y el saneamiento constituye uno de los grandes desafíos a los que actualmente se enfrenta la comunidad internacional, tal como se estableció hace cinco años en la Agenda 2030, suscrita por 193 países. En el momento actual, en que la emergencia sanitaria de la COVID-19, sin haber finalizado, ya ha dado lugar a una importante crisis económica mundial, se impone una actuación rápida a nivel global para evitar que a esta recesión se añada un grave problema de acceso al agua.

Esta ha sido una de las principales conclusiones del 13 Foro de la Economía del Agua, que se ha celebrado esta mañana de manera virtual. Francisco Lombardo, presidente del Foro y encargado de inaugurar el evento, ha apuntado en su intervención que “el Foro Económico de Davos y la propia ONU nos llevan alertando durante varios años consecutivos del riesgo de una más que previsible crisis del agua. No hay un solo segundo que perder”.

Lombardo ha señalado que esta coyuntura sanitaria y económica, “de extraordinaria complejidad”, tiene mucho de “catarsis para el sistema”, que impone “empezar a transitar por la única senda posible: la sostenibilidad, con altura de miras y trabajando codo con codo sin excluir a nadie”.

Las instituciones nacionales e internacionales son muy conscientes de la gravedad de la situación, y por ello están desarrollando herramientas económicas y de gestión para poner en marcha una recuperación resiliente tras la pandemia. De este modo, la Unión Europea ha puesto en marcha el que puede considerarse el primer presupuesto federal de su historia, con esfuerzos de mutualización de la deuda y estímulos financieros contundentes para apoyar la reactivación económica.

En lo que respecta a las acciones nacionales, Teodoro Estrela, director general del Agua del Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico, ha apuntado que las estrategias que se están desarrollando van en la línea del Pacto Europeo del Agua, basados en el Plan Nacional de Adaptación al Cambio Climático. “Hemos desarrollado una estrategia de economía circular y una de infraestructura verde en la que incidimos en la recuperación de ríos y acuíferos, pero lo importante es buscar la máxima coherencia y consistencia de todas las iniciativas que están en marcha y ponernos de acuerdo todas las partes implicadas sobre cómo queremos que evolucione la gestión del agua: debe ser sostenible y resiliente al cambio climático.”

Elisa Vargas, responsable de Políticas de la Dirección General de Medioambiente de la Comisión Europea, explica que “en medio del impacto de la COVID-19 es fundamental centrar esfuerzos en una recuperación verde para asegurar un salto hacia la sostenibilidad, que es el paraguas de todas las políticas de la Unión Europea, y que abarca la restauración ambiental, la protección, y el vínculo entre salud y medio ambiente”.

En ese sentido, ha mencionado que la Comisión Europea ha analizado la normativa marco y considera las medidas técnicas altamente adecuadas. No obstante, hay áreas de mayor atención para mejorar la implementación, por lo que ofreció unas pinceladas y recomendaciones para España. Entre ellas se encuentran acelerar la implantación de la directiva marco del plan de recuperación y resiliencia, fijar objetivos claros en zonas protegidas, reforzar la cooperación entre administraciones, y establecer una adecuada política de precios del agua.

Políticas bien coordinadas para una cuestión transversal

En el otro lado del Atlántico también se están tomando medidas para adaptarse a la nueva realidad económica y climática, entre ellas el “Plan Biden para una Revolución de Energía Limpia y Justicia Ambiental (Green New Deal)”, presentado recientemente por el recién elegido presidente norteamericano.

Como ejemplo de buenas prácticas de este país extrapolables a Europa, Alvar Escrivá-Bou, Research Fellow del Public Policy Institute of California, ha expuesto en su intervención algunas políticas testadas con éxito en California que serían aplicables a España. El experto apuntó una serie de grandes problemas que comparten ambas regiones: “la sostenibilidad en el uso del agua para la agricultura; el acceso equitativo y la mejora del estado de los ecosistemas acuáticos”, que requieren “políticas bien coordinadas para dar solución a una cuestión transversal como es el agua”.

Y en cuanto a soluciones, Escrivá-Bou apuntó que “tanto California como España tienen una marcada variabilidad en la disponibilidad de agua, por lo que es fundamental implementar pro- gramas de gestión de la demanda, así como incrementar la flexibilidad institucional, operativa y regulatoria”.

Necesidad de diálogo y consenso multisectorial

Una de las conclusiones del encuentro ha sido la necesidad de diálogo y consenso “multisectorial y multistakeholder”, tal como lo definió Franscisco Lombardo. “La reconstrucción del sistema y el desarrollo sostenible, en los que el agua tiene un peso fundamental, requieren “un marco de alianzas y entendimiento multi e inter organizativo, una puesta en común entre entidades, administraciones, empresas, academia y ciudadani?a para no dejar a nadie atrás”, añadió.

Por su parte, Gonzalo Delacámara, director académico del Foro de la Economía del Agua y director del Departamento de Economía del Agua de IMDEA, afirmó que “El éxito de las soluciones poléticas es la pedagogía, poner la mirada a largo plazo que se anticipe a los desafíos. Y aquí uno de los desafíos es de gobernanza: de gobiernos, y de gobiernos con sociedad civil, además de innovación en el diseño y ejecución de políticas públicas”.

Delacámara considera que debe reducirse la incertidumbre inherente a las proyecciones climáticas. Hay que empezar a asumir la incertidumbre como inevitable y apuntar a sistemas más robustos, flexibles y adaptativos. Ha concluido, además, que “tenemos que ser capaces de ver cómo conectamos los desafíos relacionados con la seguridad hídrica y de cambio climático con los desafíos macro de desarrollo social y de la economía”.

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