Sogama lanza una publicación para ayudar a los ciudadanos a poner en práctica las tres erres

Bajo el título \"Las tres erres, al alcance de todos\", la entidad pública hace hincapié en la necesidad de fomentar la prevención y la reducción, así como la reutilización y el reciclaje
Sogama lanza una publicación para ayudar a los ciudadanos a poner en práctica las tres erres
Sogama lanza una publicación para ayudar a los ciudadanos a poner en práctica las tres erres
25-04-2018
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Bajo el título “Las tres erres, al alcance de todos”, la Sociedade Galega do Medio Ambiente ha lanzado una publicación con la que pretende trasladar a los ciudadanos las buenas prácticas en la gestión sostenible de los residuos urbanos, haciendo hincapié en la prevención y la reducción, en la reutilización o alargamiento de la vida útil de los productos, y en la separación en origen de cara a propiciar el posterior reciclado de los materiales.

No obstante, y antes de entrar en materia, la entidad delimita su campo de actuación, advirtiendo que sus competencias se extienden únicamente a la gestión del contenedor amarillo y verde convencional, no encontrándose dentro de su ámbito de actuación otros materiales tales como el vidrio, el papel/cartón, las pilas y lo residuos especiales, de los que también informa con el objetivo de contribuir a la formación de la población.

El mejor residuo es el que no se produce

En este marco, y partiendo de la premisa de que el mejor residuo es el que no se produce, proporciona una serie de claves para reducir la generación de desechos. Alude así a la importancia de hacer una lista previa de la compra, teniendo en cuenta la fecha de caducidad de los productos perecederos, y a la conveniencia de dar preferencia a los alimentos frescos y a granel, así como a los mínimamente envasados, introduciendo la reparabilidad en nuestros hábitos de vida.

También llama la atención sobre la importancia de apostar por los productos locales, contribuyendo de esta forma a activar la economía de nuestro entorno más inmediato, circunstancia que, adicionalmente, propicia una notable disminución de las emisiones de CO2.

Asimismo, se hace eco de consejos concretos respecto a la reutilización. Por ejemplo, recuperar los tradicionales trapos de cocina y descartar su versión en papel; optar por los vasos, platos y tazas de loza o cristal, evitando el uso de desechables; llevar la propia bolsa de casa al mercado en lugar de consumir bolsas plásticas no biodegradables; y aprovechar al máximo el papel, además de usar pilas recargables.

Un lugar para cada cosa

En el ámbito del reciclaje, identifica de forma detallada los materiales que deben y no deben ser depositados en cada contenedor de recogida selectiva, al tiempo que aprovecha la ocasión para hacer recomendaciones concretas en cada caso.

Así, recuerda que el amarillo acoge únicamente las latas, los briks y los envases plásticos, nunca plásticos que no sean envases ni envoltorios, insistiendo en la necesidad de que los envases se encuentren vacíos antes de ser depositados en este recipiente, que no se introduzcan unos dentro de otros y que sean plegados en la medida de lo posible para que ocupan el menor espacio posible.

En relación al contenedor azul, concebido para los envases de cartón y papel, recuerda que al mismo no pueden arrojarse los papeles tratados y encerados, así como los plastificados, de calco, sucios y con restos de grasa, resultando conveniente la previa eliminación de elementos accesorios tales como anillas metálicas, grapas, alambres y espirales, debiendo doblar las cajas de forma diligente e introducirlas por la ranura del recipiente. Si se dejan abandonadas a su suerte al lado del contenedor, se mojan y contaminan, circunstancia que impide su posterior recuperación.

Por su parte, el iglú verde, sólo para envases de vidrio (botellas, frascos y tarros), no acoge en ningún caso las tapas, los tapones o los corchos de los envases, y tampoco los vidrios especiales tales como restos de cristalerías, espejos, cristales de ventanas y parabrisas de coches.

El contenedor específico para pilas, que puede encontrarse en casas consistoriales, centros escolares, asociaciones y establecimientos comerciales, resulta de suma importancia, ya que una sola pila botón puede llegar a contaminar hasta 600.000 litros de agua, recomendando el uso de pilas recargables, que no contienen metales como mercurio y cadmio.

El contenedor verde genérico, identificado con la fracción resto, acoge precisamente lo que no puede depositarse en el resto de los recipientes de recogida selectiva, es decir, material no reciclable como pañales, compresas, servilletas de papel usadas, espejos, etc.

Dado que el programa de compostaje doméstico de Sogama ya se ha extendido a alrededor de 240 entidades, habiendo repartido la empresa más de 8.000 compostadores, también en esta publicación se alude a su función, constituyendo una magnífica opción para elaborar abono natural  de alta calidad a partir de la  materia orgánica generada en viviendas unifamiliares que dispongan de huerto o jardín.

El punto limpio, al que deben llevarse los residuos de carácter especial para los que no hay contenedores en las calles, representa otro de los apartados abordados. Esta instalación hace acopio, para su posterior entrega a gestores autorizados, de los desecjps peligrosos generados en el hogar, los voluminosos, aceites vegetales usados y residuos de aparatos eléctricos y electrónicos, entre otros.

La publicación concluye con una apelación a la responsabilidad compartida como estrategia inequívoca que nos permitirá abandonar el caduco modo de vida lineal, dominado por las malas prácticas de usar y tirar, y abrir la puerta a la economía circular, que apuesta por el máximo aprovechamiento de los productos y la conversión de residuos en recursos.

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