Ostras para mejorar la calidad del agua del Mar Menor
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Por Eve Galimany, Instituto de Ciencias del Mar (ICM-CSIC); Ángel Hernández Contreras, Instituto Español de Oceanografía (IEO - CSIC); Fiz da Costa, Instituto Español de Oceanografía (IEO - CSIC); Marina Albentosa, Instituto Español de Oceanografía (IEO - CSIC) y Sebastián Hernandis Caballero, Instituto Español de Oceanografía (IEO - CSIC).
Los ecosistemas costeros están expuestos a una amplia gama de amenazas ambientales que incluyen, entre otras, la degradación de la calidad del agua por exceso de nutrientes, un proceso llamado eutrofización. Este es el caso del Mar Menor (Murcia, España), la laguna salada más grande de Europa.
El Mar Menor sufre de eutrofización desde hace décadas debido a la acumulación de muchos nutrientes en el agua, lo que se ve agravado por la falta de organismos filtradores en el ecosistema. Estos animales, como los mejillones y las ostras, pueden ser, de hecho, parte de su salvación.
Ostras al rescate
El Mar Menor es un sistema tan eutrofizado e inestable que necesita de múltiples estrategias de reducción de nutrientes en el agua. Una de ellas puede ser la biorremediación con ostra plana, una intervención que se ha usado con éxito a nivel mundial para restaurar la claridad del agua y calidad del ecosistema.
En este sentido, se está llevando a cabo el proyecto RemediOS, de la Fundación Biodiversidad a través del Programa Pleamar, del Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico y cofinanciado por el Fondo Europeo Marítimo y de Pesca (FEMP). Las soluciones basadas en la naturaleza como esta aportan estabilidad y resiliencia, muy necesarias para la salud de los mares.
La ostra plana
La ostra plana (Ostrea edulis) es una especie de molusco bivalvo, organismos filtradores que se alimentan del fitoplancton retenido en sus branquias. Su capacidad de filtrar grandes cantidades de agua hace que esta especie tenga un papel clave en el mantenimiento de la calidad y claridad del agua.
En el año 1972 se documentaron las primeras ostras planas en el Mar Menor y en 1982 eran tan abundantes que se realizó la primera pesquería profesional del banco de ostra, con 80 toneladas de capturas. Aunque poco después se abandonó la extracción de ostras, un recuento realizado en 1985 estimó la población en 100 millones de ostras y se mantuvo en 135 millones de ostras en el año 1992.
La población actual de ostras del Mar Menor es desconocida, aunque se sabe que es minoritaria, perdiendo con ella uno de sus servicios al ecosistema más importante: su contribución a reducir la eutrofización.
NORA, una alianza para restaurar las ostras
La ostra plana ha disminuido a nivel global y se estima que el 80 % de las poblaciones de ostras del mundo han desaparecido. Por ello, hace unos pocos años se creó NORA (siglas de Native Oyster Restoration Alliance o Alianza para la Restauración de la Ostra Nativa), una alianza de expertos en distintos campos de la biología y la ecología de ostras con el objetivo de devolver a los ecosistemas las poblaciones de ostra desaparecidas mediante su restauración.
La restauración de ostras es una solución basada en la naturaleza para mejorar ecosistemas con excesos de nutrientes en el agua (eutrofizados) mediante la filtración de forma natural de los nutrientes transformados en una gran masa de fitoplancton.
Biorremediación con bivalvos
Entre las distintas estrategias basadas en la naturaleza se incluye la biorremediación o bioextracción de nutrientes, que permite extraer y retirar la masa de fitoplancton de ecosistemas eutrofizados. Este proceso consiste en cultivar bivalvos, como las ostras, en instalaciones acuícolas en el mar. A medida que engordan las ostras, se van retirando los nutrientes, que pasan de estar en forma de fitoplancton a transformarse en tejido de ostra.
A continuación, las ostras se extraen del medio natural eliminando así nutrientes que se pueden reciclar cuando se consumen las ostras. Esta estrategia fue pionera en Suecia, donde se propuso el cultivo de mejillón como una solución simple, flexible y con buena relación coste-eficacia a los problemas de eutrofización que sufrían en un fiordo del país en el año 2003. Dicho cultivo podía extraer hasta el 20 % del nitrógeno del agua, uno de los elementos principales de la vida cuyo exceso causa la eutrofización.
Años más tarde, en un fiordo de Dinamarca, se estableció una granja de mejillones a gran escala optimizada para la eliminación rentable de nutrientes. Sesenta toneladas de mejillones por hectárea podían eliminar entre 0,6 y 0,9 toneladas de nitrógeno por hectárea y año. Este estudio también reveló que la producción de mejillones para estrategias de biorremediación de nutrientes es una medida rentable en comparación con las medidas terrestres, que son más caras.
En Alemania también se llegó a la conclusión de que la cría de mejillones puede ser una medida de apoyo adecuada para mejorar la calidad del agua mediante la biorremediación porque aumenta la transparencia del agua.
Cambiando de continente, en Estados Unidos se crearon instalaciones acuícolas con ostras en Chesapeake Bay, una bahía eutrofizada del noreste del país. Este estudio concluyó que para eliminar 1 tonelada de nitrógeno del agua se debían cosechar 7,7 millones de ostras cultivadas de 76 mm de longitud.
Un poco más al norte se creó una iniciativa para usar los bivalvos como depuradores naturales de las aguas de Long Island Sound, una bahía eutrofizada del noreste de EE. UU. Bajo esta premisa se instaló una batea con una especie de mejillón de la zona y se estimó que, en 6 meses, con un cultivo de 337 000 mejillones, se podían extraer 62,6 kg de nitrógeno.
Los estudios de bioextracción han tenido gran interés social y mediático por todos sus beneficios. Además de mejorar la calidad del agua, con estas soluciones basadas en la naturaleza se crea hábitat para otros organismos, y se promueve la generación de empleo y el desarrollo de la economía azul.